EL PODER DE DELEGAR: Cómo Superar los Obstáculos para Mejorar la Eficiencia en las empresas

La resistencia a delegar responsabilidades es un obstáculo común en numerosas organizaciones, originando «cuellos de botella» que impiden la eficiencia y productividad óptimas. Este fenómeno se agudiza especialmente en las empresas familiares, en las que las emociones intrincadas y las estructuras de poder arraigadas pueden intensificar la situación.

Existen diversas causas que pueden llevar a los líderes a resistirse a delegar, desde la desconfianza en la capacidad de su equipo hasta el temor a perder control, o incluso la errónea creencia de que, para proteger su posición, deben hacerse imprescindibles.

Este comportamiento repercute en la empresa, los empleados e incluso en quien lo practica, ya que, al final, cualquier rendimiento deficiente recaerá sobre su responsabilidad. ¿Cómo puede esto impactar en los resultados? Primero, reduce la agilidad de la empresa, ya que todo se paraliza a la espera de que el líder tome una decisión. Segundo, la carga de trabajo excesiva en los líderes puede llevar a decisiones precipitadas o mal fundamentadas. Finalmente, la falta de delegación desmotiva a los empleados, quienes se ven privados de oportunidades para crecer y asumir más responsabilidades, convirtiéndose a largo plazo en meros ejecutores, sin compromiso ni responsabilidad por los resultados.

Las empresas familiares son particularmente susceptibles a estos problemas. Un estudio de la Escuela de Negocios de Harvard reveló que las empresas familiares tienen un 40% más de probabilidades de experimentar conflictos internos relacionados con la delegación, en comparación con las empresas no familiares. Esta resistencia a delegar puede surgir de la dinámica familiar, la falta de formación en gestión y las preocupaciones sobre la preservación del legado familiar.



Adaptabilidad: En una cultura ágil, los líderes comprenden que el cambio es constante y que deben estar dispuestos a adaptarse para mantenerse competitivos. Esto conlleva reconocer que no se puede controlar y dirigir todos los aspectos de la organización, y que la delegación es un mecanismo para gestionar el cambio de manera eficaz.

Colaboración: Las organizaciones ágiles subrayan la importancia de la colaboración en todos los niveles. Esto incluye confiar en los equipos para tomar decisiones y resolver problemas. Los líderes en este entorno actúan como facilitadores y mentores, no como micro-gestores.

Empoderamiento: El empoderamiento del personal es un componente esencial de la cultura ágil. Cuando los empleados sienten que tienen autoridad y autonomía para tomar decisiones, se comprometen más, aumentan su productividad y están más motivados para aprender y crecer.

Otro factor que veo como vital a la hora de contrarrestar los «cuellos de botella» es la formación continua en habilidades de liderazgo. Según un estudio de Deloitte, las empresas que invierten en la formación de habilidades de liderazgo y gestión obtienen un retorno del 34% en productividad.

 

Claudia A. Claver R.

Asesora Estratégica – SOMBRERO AZUL SRL